Op.29 – Escenas Diabólicas, para vientos y percusión (2008)





Duración/Duration:
9 min.

Estreno/Premiere:
8 de Diciembre, 2008
Auditorio y Centro de Congresos Víctor Villegas de Murcia
Secciones de Viento y Percusión de la Orquesta de Jóvenes de la Región de Murcia / Virginia Martínez, directora

Instrumentación/Instrumentation:
Vientos y Percusión/Winds and Percussion

Maderas: 2 Flautas, 1 Flautín, 2 Oboes, 1 Corno inglés, 2 Clarinetes en Sib, 1 Clarinete Bajo, 2 Fagotes

Woodwinds: 2 Flute, 1 Piccolo, 2 Oboe, 1 English Horn, 2 Clarinet in Bb, 1 Bass Clarinet, 2 Bassoon

Metales: 6 Trompas en Fa, 3 Trompetas en Do, 2 Trombones, 1 Trombón Bajo, 1 Tuba

Brass: 6 Horn in F, 3 Trumpet in C, 2 Trombone, 1 Bass Trombone, 1 Tuba

Percusión: 5 intérpretes (1 Timbales, 1 Láminas 1 Lira-Cadenas en Yunque, 1 Láminas 2 Xilófono, 2


Percusión 1/2 Bombo-Látigo-Triángulo-Campana tubular-Toms-Plato suspendido)

Percussion: 5 players (1 Timpani, 1 Mallet 1, 1 Mallet 2, 2 Percussion 1/2)


Otros: 13 Metrónomos antiguos (de cuerda) que irán repartidos entre los instrumentistas indicados en las partituras

Others: 13 Old Metronomes



Dedicación/Dedication:
Virginia Martínez y la OJRM


Encargo/Commission:
- Obra encargo de la Orquesta de Jóvenes de la Región de Murcia

Notas al programa/Program notes
I. Invocación
II. Aparición del Diablo

Adramelech, Amon, Azazel, Balaam, Beelzebub, Diabolus, Ishtar, Marduk, Moloch, Naamah, Saitan, Set o Toth son trece maneras diferentes de llamar al Diablo, cada una de ellas pertenecientes a una civilización anclada a un periodo histórico y una ubicación terrestre concreta(…) A su vez, trece antiguos metrónomos dispuestos en un triángulo integrado en la posición de los intérpretes(…) Tres escenas que estructuran una subdivisión formal a tres partes, marcada armónicamente por el intervalo diabólico cuya longitud abarca tres tonos(…) Realmente, hablar de Escenas diabólicas es hablar de una obra de gran simbolismo, llena de un misticismo numerológico muy superior al resto de mis composiciones

Esta programática composición recrea, como el título indica, una invocación al diablo, seguida de su aparición y un frenético baile del mismo. Todo ello acontecerá en un lugar húmedo, oscuro, lúgubre… La libertad de los intérpretes de actuar con túnicas y bajo la luz de velas realza el misticismo junto con el obligado empleo de los trece metrónomos. En la Invocación, tras la introducción instrumental que toma como punto de partida un trino al unísono que se disgrega para generar un motivo cuya evolución será lenta y fragmentada por una multitud de pausas silenciosas, aparece una invocación al diablo propiamente dicha, donde los intérpretes comenzarán a emplear sus voces para conseguir tal fin, primero de forma aleatoria, luego de una manera perfectamente medida, siempre realzada por el ritmo constante de timbales, toms y cadenas. Todo se apresura, se acelera, aumentan las tensiones… Intervienen entonces fragmentos aleatorios combinados junto a la estructura de la obra, que avanza sin detenerse, al igual que los metrónomos. Sin embargo, del logrado “caos” surge un silencio súbito que anuncia que el diablo está presente. Y es entonces cuando la Aparición del Diablo tiene lugar. Este, a modo de serpiente, se desliza principalmente entre las libres cadencias del corno inglés, trasladándose en ocasiones al resto de instrumentistas que interpretan en un marco temporal siempre en movimiento, cuya enorme plasticidad viene marcada por innumerables aceleraciones, deceleraciones, calderones o cambios de tempo. La Danza diabólica es una frenética y virtuosa creación donde se muestran los poderes de este ser infernal. Con ella se cierra el ciclo de las tres escenas que, aunque a priori parecen estar divididas, forman un todo integral que no se detiene, al igual que el reloj que marca el tiempo.

- J. Pérez Garrido

Prensa:
 “Consiguió captar la atención de todo el público y crear un ambiente sonoro opresivo y espeluznante con el que realmente se podía esperar la aparición del diablo en cualquier momento. Los acordes con tremoló que crecían desde el pianísimo hasta un fortísimo y cortante final que se repetían una y otra vez te hacían botar en el asiento. Así discurría la Invocación del Diablo. Y cuando él “apareció” la rotundidad de los timbales impuso su presencia. Como ser diabólico que viene de un mundo atemporal, hacía que nuestro discurrir del tiempo se disgregase como un corazón arrítmico todo ello representado con múltiples metrónomos que los primeros a velocidad lenta y los últimos en un prestísimo revolvían el pulso temporal que se paralizaba en un súbito silencio. Las vocalizaciones susurrantes de los instrumentistas, mezcladas con las sonoridades estridentes de los instrumentos de viento sugerían la extraña materia de la que el maligno está hecho. Susurros de cadenas y esa voz inconexa del diablo representada por el corno completaban la representación musical de este ser. Angel Rosendo, www.iuvenismusica.com (9/12/2008)